La Delgada Línea Roja y el Castillo de Edimburgo
El castillo de Edimburgo en la actualidad se encuentra dirigido y administrado por Historic Environment Scotland, que es una agencia del gobierno escocés, la cual también se ocupa de su explotación turística, al mismo tiempo que asume la responsabilidad de su conservación. Pero no es la única que asume un papel dentro de esta fortaleza, ya que desde tiempos remotos esta ciudadela ha tenido una fuerte presencia militar.
Hasta 1923 la administración del castillo fue asumida por la War Office hasta que se trasladó al cuartel de Redford. Pero esta migración no supuso un abandono total de su presencia, por lo que en la actualidad sigue teniendo una guarnición militar, siendo uno de los pocos castillos británicos que la conserva, aunque sus funciones son ceremoniales y administrativas.
Ahora, como no era de esperar, también tienen dos museos militares que siguen custodiando, el de los «Royal Scots» y el de los «Royal Scots Dragoon Guards» pero si os digo la verdad, el que más fascina a la gente que visita el Castillo de Edimburgo, y aunque no esté gestionado por ellos, sino por los «Museos Nacionales de Escocia» es el «Museo de la Guerra de Escocia». Así que si sois de los que os gustan los episodios bélicos con final épico y descabellado, el que viene a continuación va ligado de pleno a este último museo.
La Delgada Línea Roja
Si algo les sobra a les escoces es simpatía, pero también coraje. Nos remontamos a la Guerra de Crimea, un conflicto impulsado por el expansionismo ruso que fue frenado por la liga del Imperio Otomano, Reino Unido, Francia y el Reino de Cerdeña. Pero vamos a lo que nos importa.
El 25 de octubre de 1854 en Balaclava (Rusia), los casacas rojas del 93 Regimiento de Highlanders del ejército británico, comandados por Sir Colin Campbell, demostraron que morir está sobrevalorado.
Antes de que llegara el ejército de caballería ruso, que contaba con unos 2.500 soldados, y enfrentaba a las tropas británicas que disponían tan solo de 500 reclutas (casi todos Highlanders de 1’90 que tiran fuego por el culo), no le quedó otra al general escocés, que soltar un speech motivacional a los suyos: ¡Señores, de aquí no sale vivo ni el apuntador!, por lo que sí habían hecho planes para más tarde, rómpanlos, porque se acaba de nublar y esto pinta feo.
La Batalla
El general Campbell mandó estructurar a sus muchachos de chaquetilla roja en dos largas filas muy finas (dado el bajo número de escoceses de los que disponía) frente a la alta carga de caballería de los rusos; pues el evento ya auguraba una muerte anunciada.
Pero al llegar el general ruso y encontrarse únicamente con dos filas de soldados, pensó que se trataba de una trampa, imaginando que detrás se encontraban escondidos el resto de las tropas, y mandó la retirada.
A nuestros queridos amigos escoceses, no se les ocurrió otra brillante idea que ponerse a perseguir a los rusos como si no hubiese un mañana, hasta que el estratega general gritó al escuadrón: ¡¡Quietooor!! No os vengáis arriba, que estos aún se giran y os hacen pupita, ¡por la gloria de mi madre!.
La verdad es que esa orden la hubiese dado yo, pero el general realmente gritó: «¡93º, manden al infierno todo su entusiasmo!»
Y de esta forma es como los escoceses se libraron de ser aniquilados, y pasó este hecho a ser conocido como: La Delgada Línea Roja.
Novela y Película
Como última curiosidad, James Jones, el autor de la novela titulada como “La delgada línea roja” y su posterior adaptación, llevada a la gran pantalla bajo el mismo nombre, no recoge nada en su obra acerca de este conflicto, pero sí lo realza en su título, como: Una única delgada línea roja, que separa el heroísmo de la locura»
El famoso cuadro de «La delgada línea roja» se encuentra en el Castillo de Edimburgo, más exactamente en el Museo Nacional de la Historia de la Guerra, pintado por el artista escocés Robert Gibb en 1881.
Si queréis realizar el Tour del Castillo, aquí mismo podéis reservarlo.
Borja Pascual